Y ante tanto revuelto, bajo un puente peatonal que cruzaba la avenida principal frente al Soriana, es donde se escondia Pichirilo; un pequeño perrito chihuahua que, ante la adversidad y haber sido sacado de casa desde temprano (como a las 4 de la mañana) logró seguir adelante con la vida.
Desde muy pequeño, se le quisieron enseñar modales, pero él nunca entendió de razones. Su dueño; el gordo "Grasas", popular mecánico de la colonia, lo trataba de adiestrar para que dejara sus necesidades en la calle, o que "de perdis" aprendiera a dar la patita. Pero a Pichirilo esto siempre se le hizo estúpido, no sólo por el echo de que esas cosas difaman a cualquier perro, sino que el aliento de El Grasas olía peor que los baños del mercado.
Pichirilo, a muy temprana edad. |
Así pues, un mal día el Grasas llegó a su casa y encuentra a Pichirilo mascando un trozo de bolillo, tumbado junto al sillón, con la despensa botada por todas partes y un intoxicante olor a atún. No se podía soportar esto; Pichirilo terminó en la calle.
Siendo de carácter rudo, pese a su diminuta figura, el Pichirilo logró salir adelante... Adelante de la farmacia que daba justo en frente del canal de aguas negras, donde encontró a perros con su misma condición... Pichirilo era un perro callejero.
Muy pronto aprendió de los malos placeres de la vida y lo fácil que era conseguirlos... Vendía croquetas "Pedigri" de marca china en algunos callejones y calles de mala muerte. Otras ocasiones, aprovechaba la alta edad de Doña Cleta, que vendía verdura en un local cercano, pa' darle baje con algunas ramitas de Manzanilla y unas piezas de Chirimoya que utilizaba para prepararse los pouplares "Tecitos alucinógenos".
Así fue la mayor parte de su juventud. Pichirilo ahora era todo un hombre; un macho. Sabía que la calle era el límite y nada lo detendría.
Un día, en el que las palomas defecaban en las estatuas del parque y los chamacos corrían como retrasados tras un balón, Pichirilo se sentía sólo. Hacía mucho que no tenía una experiencia "íntima". El negocio marchaba bastante bien y la venta de Chirimoyas crecía conforme los perros caseros se enviciaban con esta. Entonces decidió salir de putas.
En su celular tenía muchos nombres peligrosos. Ahí podías encontrar desde poderosos traficantes de "Whiskas", como el Torombolo, el Alicante, al Rasca-Huele e, incluso, al temido Piripituchi, hasta los peores asesinos a sueldo. Incluso, se rumoraba que tenía el teléfono del mismísimo Chapo de Sinaloa.
Pero a él por el momento sólo le interesaba el teléfono de la gatita Misifus; la más conocida padrota del rumbo. Sin lugar a dudas, ella sabría que hacer.
Entonces estaba echo. Fué a la tiendita de Don Tenorio y recargó su cel Moviestar... $20 varitos de crédito, que valdrían para irse de putas. Así marcó el número de la Misifus: sonó y sonó hasta que una gatita con voz ponderosa como presuntuosa contestó:
-Miaaauuu... Digo, ¿hola?
-Quíhubo- Contestó Pichirilo - ¿No anda doña por'ahi?
-Niguas, se fue a la tienda por unos curados de Ápio. ¿No gusta dejarle dicho algo?
-Pus na'mas dile que soy el Pichirilo, que hoy ando ganoso y.. Ya, ching', ella sabrá que hacer...
-Ah pues, si gusta puede lanzárse pa'ca, ahorita andamos de promoción. Si se lleva dos gatitas, le regalamos un botecito de lodo, pa' que haga sus cochinadas, ya sabe.
-¡Pues me lanzo en seguida!
No tardó mucho en llegar. Ahi'staba, el mejor lugar conocido por los perros: La "Perrera". Aunque también podía llamársele "La Gatera", "La Ratonera", "La Periquera" y ya si en verdad eran depravados sexuales, pues bien podía ser "La Changuera". Ahí encontrabas de todo; gatitas, perritas, ratitas, cocodrilitas, pajaritas, changuitas y, en ocasiones, si la Misifus hacía buen negocio, también encontrabas Borreguitas y Viboritas de granja. Era todo un show.
Pichirilo iba preparado. La semana le había dejado como 600 croquetas Purina Dog Chow que bien podían servirle como dinero pa' contratárse una buena perrita. Tocó así, sin más, la puerta de la Perrera.
Una gatita mal vestida, con aliento a agua de retrete y llena de garrapatas le abrió la puerta:
-Sí dígame... No tenemos tortillas duras.
-No, no diga eso canija, yo soy Pichirilo. Vengo ganoso y como que... Ya sabe.
-Ah, aquí todos vienen ganosos. Ton's que, ¿piensa pasar o quiere que lo "atiendan" en el frío?
Pichirilo no lo dudo ni un segundo. Estaba ya dentro cuando escuchó la puerta cerrarse a sus espaldas. Se emocionó; había de dónde escojer. Pero él estaba mas que seguro; estaba en busca de "La Mimosa", una tejoncita que llevaba ya tiempo cortejando pero na'mas no le aflojaba ni una miada. Pichirilo no se daba por vencido.